A los pies del camino de Santiago,
se alza un caserón solariego del siglo XVIII de amplias estancias y techos altos. Sus cimientos conocen desde siempre el arte de la elaboración del vino y sus suelos se tiñeron miles de veces con el mosto de la mencía. Abandonado durante algunas décadas, la que fue bodega, lo podrá seguir siendo siempre. Es el lugar perfecto. En 2003, nace Cuatro Pasos.
Rápidamente, las cuadras dejan paso a las bodegas y los antiguos depósitos de hormigón sirven como naves de crianza. Lo antiguo y lo moderno se combinan perfectamente a favor de un buen resultado. El espíritu que se había perdido, vuelve a estar presente. Ya huele a vino. No hay nada como sentirse en casa.
Cuatro huellas de oso descubiertas en un magnífico viñedo de las zonas más elevadas del Bierzo inspiraron el nombre de este vino.
Cuatro firmes pasos que son imprescindibles para alcanzar la excelencia: selección de tierra, cuidado de la vid, clima idóneo y esmero en la elaboración.